Cruceros en tiempos revueltos: mares, leyes y mareos
En pleno mes de Agosto, son numerosas las alternativas que pueden elegir los turistas para pasar unos días de descanso, empezando por opciones algo más comunes como el turismo del sol o playa o cultural u otras opciones menos convencionales como el turismo de aventura… o cruceros.
Según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, un total de 34,8 millones de personas optaron en 2024 por el crucero como forma de desconexión en su tiempo libre, la mayoría de estos en verano. Estos colosos blancos que pueden llegar a parecer ciudades flotantes son mucho más que camarotes, espectáculos de todo tipo o preciosos atardeceres; pues la realidad de cada crucero es que cada itinerario o parada está marcada por algunos factores económicos o políticos de vital importancia.
Una travesía histórica
Cuando hablamos acerca de cruceros, se considera en algunas ocasiones que su historia se limita al hundimiento del Titanic, cuando la realidad no es para nada así. Las primeras evidencias de los investigadores sugieren que ya en el año 2000 a.C, algunos faraones egipcios utilizaban esta vía para sus viajes dada su mayor comodidad. Posteriormente, no sería hasta el siglo XVI cuando embarcaciones similares a lo que hoy se conocen como cruceros volvieron a ser utilizados. En este tiempo, ricos mercantes holandeses y familias de alto estatus social como los Medici de Florencia o los Dogi de Venecia hacían cruceros por el Mar Adriático y Tirreno respectivamente para disfrutar de su tiempo de ocio.
Ya en pleno siglo XIX, gracias al desarrollo del barco a vapor, todo el sector marítimo, incluidos los cruceros, sufrieron su particular revolución. Ya en 1844, el Lady Mary Wood (considerado el primer crucero de la historia según la concepción actual), realizó su primera ruta. Este pesaba 553 toneladas y la English Shipping Company P. & O. (Penninsular and Oriental Shipping Company) de Londres fue la encargada de organizar este viaje que recorrió gran parte del Mar Mediterráneo. A partir de ahí, numerosas compañías británicas siguieron innovando y se crearon conceptos como el “crucero para grupos” (Thomas Cook) o se realizó la primera vuelta al mundo en crucero, ideada por Albert Bellin.

Años más tarde, en la primera mitad del siglo XX, los cruceros alcanzaron su apogeo en el período conocido como “Edad de Oro” gracias a barcos como el Queen Mary o el Queen Elizabeth, símbolos de glamour y elegancia. En 1912, el hundimiento del Titanic supuso un antes y un después en la historia de la navegación. Después de esta catástrofe, se implementaron medidas de seguridad en los cruceros como la disponibilidad de lanchas y chalecos salvavidas para todos los pasajeros, la creación de estaciones de radio o la internacionalización de frecuencias y códigos de emergencia (Morse). A raíz de ahí, los cruceros han seguido funcionando con normalidad exceptuando un breve paréntesis durante la Segunda Guerra Mundial, período en el que estos barcos fueron utilizados con fines militares ante la imposibilidad de navegar de forma segura.
Puertos y diplomacia
A la hora de decantarse por un crucero u otro, los potenciales viajeros deben de tener en cuenta ciertas cuestiones como la duración, el precio o los servicios ofrecidos. Sin embargo, la realidad es que uno de los aspectos más determinantes en el momento de tomar esta decisión es el itinerario del crucero, pues marca las paradas y lugares a visitar que se recorrerán durante el trayecto.
La elección de la ruta a seguir por parte de cualquier compañía no responde sólo a cuestiones culturales o geográficas, sino que se encuentra marcada por restricciones de índole político y diplomático provenientes de leyes locales o tratados internacionales. Estas limitaciones, más allá de la modificación de rutas o la obligación de realizar trámites burocráticos adicionales para los pasajeros, suponen que regiones de un alto valor turístico queden fuera de los mapas de navegación por motivos ajenos a la demanda del mercado. Asimismo, otros condicionantes como las crecientes regulaciones medioambientales o la seguridad marítima ante retos como la piratería han provocado una mayor complejidad a la hora de confeccionar distintos itinerarios. A continuación, podremos observar a través de algunos ejemplos como distintos conflictos internacionales están a la orden del día de cualquier crucero.
Por aquí no es… ¡Prohibido! ¡Divieto!
Si hay algún motivo que afecta directamente las rutas de los cruceros, y que es ajena a la voluntad de las compañías marítimas, son las restricciones impuestas por gobiernos o tratados internacionales de carácter vinculante. Pese a que pueda parecer que estas medidas sólo tengan influencia en lo que respecta a su itinerario, las compañías se ven afectadas en muchos más sentidos. Entre las consecuencias más destacadas no solo está la prohibición de surcar las aguas de un territorio en cuestión, sino que además, las compañías no pueden realizar transacciones con entidades del país sancionado e incluso, pueden existir cancelaciones de escalas de forma unilateral aunque el viaje ya esté vendido. Además, todo ello suele venir acompañado de sanciones que afectan tanto a la compañía que infringe la ley, como al país del que proviene la compañía en ciertas ocasiones.
Más allá de sanciones, los viajes en cruceros pueden verse afectados debido a los cambios que pueden surgir entre las relaciones diplomáticas entre países. Han sido varios los casos en los que en mitad de viajes, la ruptura o aumento de la tensión entre países ha provocado modificaciones improvisadas en rutas, especialmente a través de cancelaciones repentinas y endurecimientos de unos requisitos de entrada que ya habían sido previamente acordados. Uno de los ejemplos más recientes de este fenómeno fue la crisis del Golfo en 2017. En este caso, la ruptura de relaciones institucionales entre Catar y varios países del Golfo provocó que cruceros que estaban a mitad de camino tuvieran que cambiar sus rutas de forma improvisada y ser desviados a puertos de Emiratos Árabes Unidos u Omán, evitando así el paso por Doha.
Otra de las situaciones que más controversia generó dentro del mundo de los cruceros fue en Cuba en 2019, cuando el gobierno estadounidense revocó los permisos de viaje “people-to-people” y ordenó que ningún barco pasara por La Habana. Esta medida, además de la alteración en el itinerario que causó, provocó muchas reclamaciones entre los viajeros que derivaron en compensaciones económicas (y pérdidas para las compañías navieras estadounidenses).
La vida pirata, ¿La vida mejor?
Imaginarse un barco de lujo como un crucero siendo atracado por piratas puede parecer una imagen más propia de una película de ficción que de la realidad, pero en la actualidad, la piratería moderna se está convirtiendo en un riesgo real tanto para buques comerciales como para cruceros. Ahora mismo, existen varias zonas por las que las compañías navieras evitan su paso ante el riesgo de sufrir este tipo de asaltos. Entre ellas figuran algunas como el Estrecho de Malaca (entre Singapur, Malasia e Indonesia) al ser un lugar frecuentado por grupos armados de la zona y, especialmente, ciertas zonas de África. Además del Golfo de Guinea, el lugar en el que se han producido más asaltos durante este siglo XXI es en el Golfo de Adén (Cuerno de África), más concretamente entre Somalia y Yemen.
Por ello, ante el riesgo de posibles ataques, son muchos los cruceros que ya incluyen medidas preventivas de seguridad en caso de que sea necesario pasar por este tipo de zonas. Entre las más destacadas podemos encontrar la iluminación estratégica nocturna para no ser un objetivo visible desde largas distancias, aumentos de velocidad puntuales e incluso, la presencia de equipos de seguridad (sean privados o militares) en tramos de alto riesgo. Uno de los ejemplos más llamativos fue cuando el crucero Azamara Journey, en su paso precisamente por el Golfo de Adén en 2012, tuvo que solicitar ser escoltado por buques de guerra. Por otro lado, uno de los ataques piratas a cruceros más conocidos de este siglo fue el del MSC Melody en 2009. Esta embarcación fue atacada por piratas somalíes cuando se encontraba a unas 180 millas de las islas Seychelles. Los atracadores dispararon con varios kalashnikov al barco pero gracias a la rápida actuación de la tripulación con mangueras de presión y maniobras evasivas del comandante, lograron huir sin tener que lamentar ningún herido. Tras este acontecimiento, el buque de guerra español Marqués de Ensenada acompañó al crucero en su ruta.

Nuevos retos
En estos últimos tiempos, la industria de los cruceros está afrontando nuevos retos como consecuencia de distintos fenómenos y regulaciones que se están extiendo por lugares que suelen frecuentar este tipo de barcos.
La realidad del turismo marítimo es que se encuentra muy ligado a la conservación de este tipo de ecosistemas. Durante los últimos quince años se está aplicando una legislación más estricta en busca, no sólo de la protección de estos espacios, sino también del bienestar de las personas que habitan en esos lugares normalmente.
Una de las medidas más implementadas es la restricción de acceso a barcos que superen cierto peso bruto o dimensiones ante el daño que causaba tanto a los fondos marinos como a estructuras históricas. Uno de los casos de mayor relevancia internacional es el de Venecia en 2021. Tras varios años de protestas por parte de los vecinos y asociaciones de distinta índole, se prohibió la entrada al Canal de San Marcos para barcos que superaran los 25000 GT (Gross Tonnage), provocando así que las navieras pararan en puertos alternativos como Marghera.
Asimismo, otras zonas tan conocidas como los fiordos occidentales de Noruega están comenzando a aplicar nuevas regulaciones en lo relativo a las emisiones atmosféricas. Es decir, si las embarcaciones no cumplen ciertos estándares respecto a niveles de óxidos de azufre o nitrógeno, no podrán pasar por esas aguas.
Por otro lado, son cada vez más lugares con gran afluencia turística los que están comenzando a imponer límites al número de pasajeros que desembarcan de cruceros para evitar la masificación de ciertos destinos de gran valor cultural y preservar la calidad de vida. Entre los ejemplos más destacados encontramos ciudades como Dubrovnik (Croacia), en la que tras la advertencias de la UNESCO se estableció un límite de dos cruceros y 5.000 habitantes al día o Santorini, donde solo pueden desembarcar 8.000 viajeros al día. Pese a que estas medidas han gozado de gran aceptación por parte de los residentes en estas ciudades, ha supuesto un gran impacto para las compañías navieras. Con estas medidas, las compañías deben organizar los atraques con muchísima más antelación e incluso otras, aprovechan para llegar en horarios menos habituales en los que se pueden evitar esos cupos.
Hasta aquí la Brevetada de hoy. Esperemos que gracias a este artículo hayáis podido comprender que esas megaciudades flotantes que acogen a millones de turistas esconden una compleja red de decisiones basada en diversos factores y condicionantes. Hoy, las compañías navieras se enfrentan a cada vez más desafíos: seguir ofreciendo experiencias únicas y cada vez más personalizadas a la vez mientras se deben adaptar a los nuevos contextos políticos y necesidades sociales. En pocas palabras, surcar los mares nunca había sido tan apasionante… ni tan complejo.